El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, usa a Simón Bolívar; el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, a Augusto César Sandino; la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández, tiene a ‘Evita’; los hermanos Castro, a José Martí. Todas, figuras icónicas cuyo legado ellos afirman haber heredado. El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, trata de apropiarse, en términos nada inciertos, del legado de Eloy Alfaro, el presidente que dirigió al país por mayor tiempo y líder emblemático de la Revolución Liberal antes de su brutal asesinato el 28 de enero de 1912. El gobierno de Correa ha pasado meses preparando una extravagante ceremonia de tres días para conmemorar el centenario de la muerte de Alfaro. También ha gastado considerable energía en reescribir la historia a fin de trazar paralelismos directos entre Alfaro y Correa. Esto conlleva un enorme significado político contemporáneo, que le permite a Correa justificar los aspectos más controversiales de su “revolución ciudadana” y desacreditar a todos los disidentes como antipatriotas.End of preview - This article contains approximately 1479 words.
Subscribers: Log in now to read the full article
Not a Subscriber?
Choose from one of the following options