Empujada contra las cuerdas, la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ha salido a dar pelea, reemplazando a sus ministros de más alto rango en el gabinete y anunciando planes para una reforma constitucional y apresurándose a promover una nueva iniciativa de lucha contra la corrupción. Bachelet nunca podría haber previsto una caída tan precipitada en su rating de popularidad, a sólo el 29%, apenas un año después de haber asumido la presidencia luego de haber ganado las elecciones con un contundente 62% de los votos para asegurarse un segundo mandato. Sin embargo, la decidida respuesta de Bachelet está en abierto contraste con la adoptada por la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien está sufriendo una suerte similar –una aguda caída en su popularidad en la estela de un serio escándalo de corrupción y al mismo tiempo ser acosada por dificultades económicas y políticas– pero quien parece estar paralizada.End of preview - This article contains approximately 2143 words.
Subscribers: Log in now to read the full article
Not a Subscriber?
Choose from one of the following options