Un total de 355 reclusos murieron esta semana en Honduras en uno de los peores incendios de una prisión que se haya registrado. No hay nada como un desastre de este tipo para atraer la atención de los medios internacionales y arrojar luz, como siempre, sobre las malas condiciones de las prisiones y la superpoblación en estas. Pero el momento en que se produjo el desastre también fue muy negativo para el gobierno del Presidente Porfirio Lobo. Ocurrió justo después de haberse dado a conocer las cifras anuales que muestran que Honduras tiene la peor tasa de homicidios del mundo, elevando la presión sobre el gobierno para que tome acción contra la extendida corrupción policial, y profundiza los cuestionamientos acerca de una democracia dañada e incluso de un estado fallido.
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