BRASIL |
Cayendo como moscas. El escándalo de corrupción que aqueja al ministerio de transporte federal y agencias públicas relacionadas, han explotado la semana pasada, con 16 funcionarios removidos, a instancias de una furiosa Presidenta Dilma Rousseff, que aparentemente ha ordenado una “limpieza total” en respuesta a la crisis. La limpieza no se limitará al parecer al ministerio0 de transporte, con rumores que la presidenta está en el sendero de la guerra contra otros ministerios, incluido el ministerio de ciudades (conducido por el aliado Partido Prohgresista) y el ministerio del trabajo (conducido por el aliado Partido Democrático Trabalhista). La limpieza ordenada por la presidenta ha puesto los pelos de punta en la coalición gobernante, no menos debido a su decisión de designar reemplazantes por sí misma, pero los asesores presidenciales insisten en que “no hay preocupación acerca de la gobernabilidad”. Los mismos asesores niegan que la presidenta es primariamente motivada por una preocupación con su imagen pública y su rating en las encuestas. Sin embargo, es notable que Rousseff se haya sentido lista para remover a un ministro y varios altos funcionarios sobre la aparente base de alegatos de prensa –y antes de ninguna acción judicial. Los críticos de Rousseff afirman que su reacción a las crisis en sus primeros seis meses en el poder, no se trata de otra cosa que ‘manejo de crisis’ y no corresponde a ningún genuino interés en reformar el intensamente clientelista sistema de Brasil. También advierten que sus esfuerzos podrían poner en riesgo seriamente la gobernabilidad en la coalición gobernante de 15 partidos. El predecesor y mentor de Rousseff, Lula da Silva (2003-2010), salió en su defensa esta semana diciendo que Rousseff había actuado “correctamente” y que ella tiene “la capacidad de liderar en estas y otras situaciones”. El pronostica otro cuatro años para su protegida, más allá de 2014. De una u otra manera, Lula probablemente estará aguardando.
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