La amenaza de juicio político ha estado colgando como una espada de Damocles sobre la cabeza del Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, casi desde el momento en que asumió el poder en agosto del 2008. El 22 de junio, faltando unos nueve meses para la próxima elección presidencial, la espada cayó rápidamente y sin derramar sangre. El juicio político de Lugo, en un congreso controlado por la oposición política y el más importante socio en la coalición gobernante al que él progresivamente enajenó, plantea preguntas tanto para el escenario político interno como en el plano geopolítico regional.
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