Mientras que una inauguración presidencial quizá no sea un momento oportuno para la autocrítica, el discurso de la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el inicio de su segundo mandato en el poder fue notable por su arrogancia. “Ya hemos logrado lo imposible”, ella dijo. “Sólo milagros quedan por venir”. Después de 12 años del izquierdista Partido dos Trabalhadores (PT) en el poder, no fue ninguna sorpresa que la multitud que asistió al evento fuera mucho más pequeña que en las inauguraciones anteriores. Pero el hecho de que ningún líder de la oposición apareciera es indicativo de la virulenta atmósfera política prevaleciente al iniciarse el segundo mandato de Rousseff. El crecimiento económico es débil, la inflación alta, y las implicaciones políticas del masivo escándalo de corrupción en el gigante petrolero estatal, Petrobrás, sólo recién han comenzado a sentirse. End of preview - This article contains approximately 2139 words.
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