Había una inconfundible ironía cuando el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, promulgó la semana pasada una reforma constitucional creando un sistema nacional de lucha anticorrupción. Mientras que Peña Nieto ensalzaba que el objetivo central de la reforma era erradicar la impunidad en la vida pública, él estaba rodeado por varios senadores, diputados, y gobernadores, a ninguno de los cuales será posible pedir que rindan cuentas, pues el fuero que confiere inmunidad ante procesos a funcionarios electos, quedó intacto.End of preview - This article contains approximately 556 words.
Subscribers: Log in now to read the full article
Not a Subscriber?
Choose from one of the following options