El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, cedió ante la presión política y decidió remover a un aliado cercano, Alfredo Castillo, de su cargo de comisionado federal para el estado occidental de Michoacán. Ostensiblemente, Peña Nieto tomó esa decisión por el bien de la democracia: teniendo en cuenta las elecciones del próximo 7 de junio para elegir un nuevo gobernador y representantes en el congreso local de Guerrero, así como también 113 contiendas para alcaldías, los políticos opositores públicamente plantearon preguntas acerca de la excesiva influencia de Castillo. Pero además hay una sensación de que los crecientes escándalos por conflictos de intereses están debilitando a Peña Nieto, cuya forma de gobierno se ha trasmutado de fuerte y proactiva, dictando la agenda con miríadas de iniciativas de reformas para modernizar México, a otra débil y reactiva; sin manejar los eventos, sino siendo manejado por ellos.End of preview - This article contains approximately 1475 words.
Subscribers: Log in now to read the full article
Not a Subscriber?
Choose from one of the following options